jueves, 8 de noviembre de 2012

Al salir de clase.

No, no voy a hacer una reflexión sobre aquella mítica serie de televisión. Es que venía en el tranvía reflexionando que me gusta salir de clase por la tarde en invierno.
Salgo a las cuatro y cuarto de aquí, que más bien parecen las ocho. Es ese punto del día en el que empieza a  anochecer pero la luz del día que resta es lo suficientemente nítida para dejarte ver las calles, el paisaje en general. Las luces de los coches están encendidas y las luces dentro de las casas parecen más brillantes. Se aprecian las lámparas de los techos, las mesas de las casas, las aulas.
El ambiente huele a cansancio, a quien sale del trabajo y quiere llegar ya a casa tras un largo día o a quien sigue trabajando y cuenta las horas para marcharse. Hay tráfico, pero paz... la paz del día que se va, con sus cosas bien hechas y mal hechas, qué importa ya. Mañana es un nuevo día para empezar otra vez.
Me gusta ver a los niños y pensar en que les espera la ducha, la cena y la cama, con sus sueños, sin problemas; también las personas mayores, aguantando estoicamente el frío, bajando quejicosos del vagón o incluso, como me ha pasado esta tarde, cantando. No he podido evitar sonreír, después de ocho horas en clase venía con dolor de cabeza, pensando en comer algo o descansar simplemente, cuando se ha sentado detrás de mí un señor que bien pasaría los setenta, tarareando una canción a pesar de sentirse, muy probablemente, más cansado que yo.
Unos miran por la ventana, otros leen un libro que ha sido leído muchas veces y otros favorecen la sordera con los auriculares. Los restaurantes se preparan para la noche del jueves, los cafés están llenos.

En el horario europeo es casi el fin del día, el momento del reencuentro. Hasta mañana, cuando volveremos a encontrarnos, con los ojos aún hinchados.


jueves, 1 de noviembre de 2012

Noviembre, la mitad, mi mitad.

Casi llevo un mes y medio. Casi queda un mes y medio.
Noviembre, mi once, sabes que siempre te he tenido un cariño especial, pero por favor pasa despacio esta vez porque me consta que cuando te marches te llevas algo que me importa contigo.
Noviembre, sé que vas a doler y sin embargo quiero respirar cada uno de tus días...porque al fin y al cabo te irás algún día y yo, yo no quiero que te vayas y no lo he asumido todavía.