viernes, 31 de mayo de 2013

"...agarra el cordel con esa fuerza de quien ha perdido casi todo" - Ismael Serrano


Virginia Woolf desafió al modernismo británico del siglo XX jugando con el subjetivismo y el monólogo interior. Las experiencias cotidianas y reales de nuestra vida quedaban filtradas por la percepción de sus personajes. Ella definía como “Momentos de vida” aquellas situaciones en las que somos conscientes de nuestra propia existencia, nuestra presencia en el mundo, la maravilla de lo que nos rodea y la suerte de podernos apoyar en el pasado para seguir caminando, sintiéndonos afortunados. Estos momentos lúcidos quedan ambiguos si los consideramos desde la óptica de una grandiosa mujer que decidió acabar con su vida arrojándose desde un puente. De haberse dado la oportunidad de envejecer, seguramente Virginia Stephen, como era su nombre de soltera, nos habría dejado muchas más enseñanzas valiosas e inmortales.


Yo me alegro de haber tenido la oportunidad de conocerla a través de sus escritos, primero en el ámbito más personal, en su carácter arraigado en su creencia del derecho de la mujer; después en lo profesional con todas sus obras. 



Ahora recuerdo que en el cambio de mes de abril a mayo le pedí a este que se portara bien conmigo y lo cierto es que creo que ha hecho todo lo que estaba en sus manos. Mayo me ha traído emociones del pasado, muchos sentimientos arraigados de momentos que ya se han ido y una parte de mí quiere recuperar. Mayo me trajo una preocupación fuera del alcance de mi mano que ha resultado resolverse: hoy, sabiendo que ya estás curado y que todo está en orden, respiro mucho más tranquila que semanas atrás. En mayo me has apartado de tu vida radicalmente y a pesar del pánico que siento al pararme a pensar en las consecuencias, que supongo, serán palpables desde el momento que pise Barajas, puede que esté hasta un poco agradecida. Es ambiguo, lo sé, pero no he tenido más remedio que aferrarme a lo único que tenía aquí: yo. Y cuando eso fallaba estaba él, que tiene el don de llegar en el momento justo con la palabra apropiada; la prueba más clara de que no hay distancias.
Me he recuperado, he trabajado cuando tenía fuerzas y cuando no, soy yo misma, no me he perdido; me he lanzado al ruedo y he salido por la puerta grande.


Por eso hoy, califico estos últimos días de mayo como "Momento de vida" o, en lengua nativa de la escritora, "moment of being". Mayo se irá en apenas unos minutos y me atrevería a decir que es el cambio de mes que más acusamos. Primero porque como dice mi abuela "ya hemos mediao el año" y segundo porque sentimos el verano más cerca y las cosas parecen tener una óptica distinta cuando se miran desde el sol y la buena temperatura (cuando llegue).


Pero ya no te temo, junio. Esperándote estoy, con los brazos abiertos.

miércoles, 29 de mayo de 2013

Ni siquiera queda poco.

Ni siquiera queda poco: quedan días.
Ni siquiera es medio mes: es una cuenta atrás.

Me pesa que el reloj marque las doce, porque cada día que se va es un pequeño tesoro robado por el tiempo y cada día que viene supone el reto de quererlo vivir, intensamente, 24 horas. La impotencia de no poder disfrutarlo como me gustaría y pasear todo lo que quisiera por la ciudad que me ha robado el corazón es un lazo que me va ahogando muy lentamente. No veo el final del camino, no veo el momento de echarme a la calle para el disfrute de cada adoquín y cada fachada.

Y espero que cuando ese día llegue y alcance mi preciada libertad me sepa a una vida. Porque después...recibiré el seco y doloroso golpe de tenerme que ir, dejando aquí nueve meses de mi vida, muchas personas y unas vistas que espero el tiempo no borre de mi memoria.

¿Y después?

Después vendrán los reencuentros, que siempre se mojan por una lágrima que no sé bien si quiere decir "me alegro de estar aquí" o "ya estoy echando de menos lo que he dejado" y tras el revolcón con mi abandonada durante cinco meses y amada cama, me despertaré y el día consistirá en una serie de preparativos que me llevarán a media tarde al final de otro camino: la carrera.
La graduación supondrá abrazos, risas, orgullo paterno y nostalgia. Los amigos que quedan, los momentos que se van. La vida vuelve a separarme de algo que quiero.

La graduación terminará con la acogida de mi antiguo hogar para pasar la noche, o la mañana, según terminemos. Volveré a sentarme en el borde de aquella cama y con una sonrisa bastante nostálgica pensaré que si las paredes pudieran hablar no dejarían a nadie indiferente. Vuelvo al sitio donde todo empezó, a decirle adiós para siempre con las mismas personas que emprendí el camino (y algún nuevo fichaje).


Estos días me hace mucha gracia pensar qué habría sido de mí de no haber llamado al anuncio de la inmobiliaria mientras nos comíamos un bocadillo sentados en la plaza leyendo el periódico. Qué habría pasado si hubiésemos elegido el dúplex en lugar de aquel piso que nos gustó por tener armarios empotrados a pesar de que residí tres años en la única habitación que no tenía. Eso ya nunca se sabrá: ahí reside la magia de las decisiones en las que vamos basando nuestro camino, el de nuestra vida.

Me aventuro a decir que de no haber sido "los de la Calle Toledo" mi vida ahora sería muy distinta, pero lo cierto es que no cambiaría ni un sólo detalle, ni una sola conversación de balcón, de habitación, ni una broma, ni una subida en ascensor.
Cuatro años han pasado... cuatro y sigo casi donde empecé:
emplearé ese motivo para evitar la nostalgia.



Por ahora... Praga.





Quizá esto es una forma de remover el cuerpo muy temprano, aún quedan días. 
Pero mejor fuera que dentro.
Cuando todo pase, quedaré a prueba de bombas.





lunes, 27 de mayo de 2013

Flor de Primavera

Se va a marchar una semana que con poco ha terminado mejor de lo que empezó. Y a pesar del mal tiempo que no parece quererse marchar entre viento y lluvia, yo tengo pensamientos primaverales.


Mi devoción por las rosas y los tulipanes de color amarillo es casi de dominio público, pero hará cosa de unas semanas que mi subconsciente utilizó esa preferencia para mostrarme mediante un sueño la situación actual en la que me encuentro, mostrándome una amplia gama de tulipanes amarillos...y rojos.
Como tengo buena memoria y sé retener los sueños cuando me levanto freudiana y considero que intentan decirme algo, me dirigí a la persona que mejor los sabe interpretar (y que lo hace acorde a lo bien que me conoce) y que siempre emplea la misma frase cuando lo hace: Tienes un subconsciente muy sutil a la hora de decirte las cosas.
En ese momento empezamos a considerar los significados de los tulipanes. Resulta, según me he documentado, que el tulipán amarillo y su más bien moderna popularidad a la hora de hacer un regalo y expresar sentimientos de felicidad, posee el significado del amor sin esperanza; mientras el rojo, por el contrario, representa el amor, el amor verdadero y lo que es más importante: la creencia en el amor.

Después de la magistral clase de jardinería caí en la cuenta de que la interpretación fue certera y mi situación similar: los últimos acontecimientos han puesto muy a prueba mis capacidades emocionales; he pasado por el escepticismo, la ignorancia, la impotencia y la tristeza, los más diversos tonos amarillos que se le puedan atribuir a un tulipán. Ha sido un proceso de renacimiento, marcado por la misma escritura, las líneas que me han llevado poco a poco a ser yo misma otra vez a pesar de los malos momentos, a recuperar mi esencia. Dicen dicen, que lo he hecho bien, que he sabido demostrar que sigo siendo yo y no perderme en el camino que ha supuesto pasar este año lejos de casa  ;)  . Si es cierto o no, no me toca a mí valorarlo, pero hoy por hoy una cosa si es cierta: elijo tulipán rojo.

No tengo a quien regalárselo, ni quien me lo regale, pero no es eso lo que me preocupa. Lo importante es que estoy dispuesta a dar el primer paso, el que supone volver a creer, con todas las letras, en el amor y las cosas buenas que eso trae. Estoy dispuesta a esperar porque quiero que esta vez la espera merezca la pena; estoy dispuesta a volver a creer en unos ojos que sólo me miren a mí.




Hoy me quedo tulipán rojo, aunque no por ello me han dejado de gustar los amarillos.







viernes, 24 de mayo de 2013

El problema





Es imposible que me olvide de ti. Lo sé porque varios años después sigo siendo incapaz de dormir si no es pensando que vienes a buscarme y te quedas para siempre.


Y hoy que no tengo ganas de dormir porque he sentido muchas y diversas emociones a lo largo del día, vuelvo a darle vueltas a la historia. Y repaso los detalles acontecidos y los que se quedaron por pasar. Y no paro de preguntarme por qué por qué por qué...


Y me acuerdo del pobre Atlas que cargó para siempre con el peso del mundo, o en los diabéticos que viven siempre atados a la obligación de una dosis de insulina diaria (o dos, como dice mi abuelo cuando se le va la mano). Y pienso en si serás tú mi patología particular y pierdo ratos y ratos pensando en lo que no es posible y me sumo en una impotencia que es muy dulce, y sabemos que lo dulce engancha.

martes, 21 de mayo de 2013

La Grandeza de Lo Pequeño

Hoy digo que no a la espiritualidad, los rezos y la meditación. Hoy digo que no a las misas y los rituales.
Y no... no es que haya perdido mis creencias.
Es que creo que no hay nada más satisfactorio que estando al otro lado de la pantalla y a tantísimos kilómetros de distancia, tener la certeza de haber hecho sonreír a alguien cuando tú no tienes ni ganas, ni fuerzas, para respirar.

lunes, 20 de mayo de 2013

Voy a intentar ser directa, a ver qué sale.

Dejé una puerta entreabierta. Tú has dado un portazo.
Nunca dije no. Optaste por ignorarme.
Yo dije "Tiempo". Tú has dicho "Nunca".
Ahora no sé si leerás esto, pero poco importa ya.







Un domingo que se va con las lágrimas que trajo.
A penas la primera hora del lunes, y esta semana ya se presenta importante, intensa, rara.
Por los que se van por propia decisión y los que estando lejos queremos seguir estando. Mañana, querido primo, estaré contigo en alma. Ya le has cambiado el motor al coche, esto es sólo ir a pasarle la ITV.

jueves, 16 de mayo de 2013

Lo peor no es que seas imposible. Lo peor es que seas perfecto.

Porque un día de autoestima lo tiene cualquiera, ella se levantó aquel día con muchas horas de sueño en el bolsillo y ganas de comerse el mundo. Ducha y desayuno en albornoz adornados por la música de Frank Sinatra y el que hasta ahora parece su más digno sucesor: Michael Buble. Sonreía mientras se ponía lo mejor que tenía en el armario para verse bien evitando la provocación más directa y pensaba en cómo sería la noche de aquella mañana que tan de película se había presentado.

Terminada la jornada laboral se dispuso a comer en el centro, llevando aún en la cabeza las últimas palabras del jefe de departamento: "Nos vemos mañana.... o en el futuro". Bastaba con eso para mantenerla feliz, a pesar de que la situación con él le hizo pensar que por primera vez en su vida tenía un prototipo de hombre ideal, algo que hasta el momento no había conseguido definir. Ahora, la idealización había pasado a tener una cara, un nombre y un carisma, muy difíciles de encontrar.

Una parada en la oficina de correos y una idea repentina: comer enfrente. Nunca se había decidido a entrar a esas cafeterías "Coffee Lovers" que podían encontrarse en varios lugares céntricos y aquella parecía la ocasión perfecta de tomar un sandwich y un coffee, aunque sin lover.

Una vez encontró una mesa pequeña para no robar mucho espacio, se sentó a contemplar el nuevo sitio con el encanto que tienen las primeras veces en un mundo que parece carecer cada vez más de ellas. Fue entonces cuando lo vio. También cuando él la vio a ella, a cada cual, más sorprendido.
Era el hombre perfecto. Parecía sacado de una película tipo...Los chicos del coro. Vestía quizá demasiado clásico para la época y para la temperatura, pero sin duda lo que más impacto causó en ella, es que estaba escribiendo. Así que ni corta ni perezosa sacó de su bolso el bolígrafo y abrió su cuaderno, el que yo ahora tengo en mis manos:



           "Un chico guapísimo escribe, me mira y sonríe. Pienso en que quizá yo algún día pueda ser escritora; y venir a Praga a verte, a comer tarta y que me sonrían. Que me sonrías. 

He pasado 22 años creyendo que no tenía prototipo de hombre ideal; 4 de ellos convencida de que el hombre de mi vida eras "tú", 6 meses soñando con un imposible y finalmente, exhausta, me siento en un café y encuentro lo que quizá más necesito, alguien perfectamente alcanzable que me recuerde lo joven y guapa que soy, lo bueno que me queda. Hoy es, definitivamente, un día de película; ¿Por qué no? Esta Carrie también merece su Big. Ya va siendo hora de que alguien me vuelva loca con una mirada, que me apunte su teléfono, que haga por conocerme, que se ría por mí y no de mí.

Un cruce de miradas entre nosotros y un par de ellas al infinito para recavar pensamientos. Me pregunto qué estará escribiendo en tinta verde. No paree que esté estudiando. Nuestras miradas se acababan de encontrar, debo estar roja. Me ha sonreído, he devuelto la sonrisa. Y si hoy tenía que ser un día de película, ¿Qué final tendrá? Al fin y al cabo, apenas es la hora de la siesta. Ni siquiera sé su nombre y el misterio sólo hace que me guste un poco más. 

Ojala no se vaya sin decir nada, ¿O debería decir yo algo? "Hola, me llamas la atención, soy española, ¿Salimos?" Muy original. Quizá tenga novia...o lo mismo es gay. 
Sea como sea, hay una realidad: los dos estamos solos y ya hace rato que se terminó el café. 
¿Creerá en el romance?


Para cuando terminó de escribir recordó que había quedado en algo más de media hora y decidió desmontar el tenderete literario y marcharse de allí. Tenía un sobre de azúcar blanco con el número de teléfono escrito y ni siquiera se había molestado en ocultar su intención, esa que sabía que no era suficientemente valiente para llevar a cabo. Cuando lo vio recoger su bolígrafo, su cuaderno, echar un vistazo al estado de la cámara analógica de su mochila y levantarse, esperó a que se fuera primero. Él le dedicó la mejor sonrisa y se fue, y ella detrás, con toda su voluntad. Caminó tras él preguntándose si debía o no debía hacerle aquel "dulce" ofrecimiento hasta darse cuenta que sus caminos iban a separarse. Quedaba tiempo hasta la acordada cita de las 16:35 y caminó tras él unos metros más por una calle que ya no le correspondía. Él la vio. Ambos comenzaron a tocarse el pelo y colocarse las gafas de sol. Cada uno en una acera, en silencio, ignorando lo demás. Ella no contaba con su parada técnica en un banco, así que con una última mirada de soslayo, se fue.

Llegó a la cita con mucho tiempo de sobra y un mensaje que anunciaba retraso, así que decidió sentarse a esperar y así poder releer ahora con más tranquilidad su cuaderno. Para cuando hubo terminado el primer párrafo se dio cuenta del error que podría suponer haberlo dejado escapar y no volver a encontrárselo nunca más. Agarró el bolso y el cuaderno y corrió, corrió desandando el camino que la pudiera llevar a aquel banco, en parte pensando si aquello era una buena idea, en parte sabiendo que de no hacerlo se arrepentiría toda la vida. Pero al llegar ya no estaba.

Le dio tiempo a volver a ser la primera en el encuentro planeado. Volvió a sentarse a esperar. Y entonces pensó, como ya sabia, que la perfección no existe sino que somos nosotros los que damos al momento o a las personas la óptica de lo que deseamos o necesitamos. Pero sobre todo, pensó que las oportunidades no suelen tener un bis y que la próxima vez, no volvería a casa con un sobre de azúcar entre las hojas de su cuaderno.

martes, 14 de mayo de 2013

¿?

Hoy me he sentido un poco mayor. Invitada a un concierto de la coral y orquesta de la facultad de educación y posteriormente acoplada en el aperitivo para tomar dos copas de vino, conocer gente y volver pronto a casa. De cualquier manera ha sido interesante, me gusta empezar a tener esta clase de "compromisos sociales" y saber manejarme sola. Reconozco que siempre me ha gustado la independencia que da moverse de un lado para otro en el sitio donde vives a pesar de lo que marca tu situación sentimental. De hecho creo que mis padres llevaban razón, cada cosa tiene su momento. Y hoy por hoy no me parece faltarle el respeto a nadie el hecho de saber ponerme algo elegante y dar una vuelta por el centro, tomando ventaja del siglo en el que me ha tocado vivir.

El problema, como siempre, es que a pesar de todo, a pesar de la confianza en mí misma y de los "altos espíritus" como dicen los ingleses, en los que vuelvo a casa después de este tipo de encuentros, estoy exhausta ante la idea de que al volver, lo que más me apetezca, sea hablar contigo.

domingo, 12 de mayo de 2013

He doesn't let you go.

Después de estar con ella siempre me apetece escribir. Quizás por aquello de que nunca me había sentado delante de alguien que viniera a contarme mi vida. Qué gran espejo...

Me siento a esperarla y me adelanto con el café porque sé que va a llegar tarde. El camarero es el más claro ejemplo de por qué algunos checos necesitan unos años más para salir de esa mentalidad que los deja aún hoy en el pasado. Reconozco que aunque no sea muy correcto, me siento a esperarla como más me gusta, con la espalda apoyada en la pared y mirando por la ventana. 

Entonces llega, y desde el momento que se sienta ya no puedo mirar otra cosa que no sean sus ojos verdes. Me cuenta lo que le ha pasado, lo feliz que la hace sentir, esa forma tan suya de medirla, de persuadirla. Cómo se le caen las ideas al suelo cuando él entra por la puerta. Sabe que cuando se vaya lo echará de menos, pero también sabe del buen recuerdo que le dejará. Sabe que hay que tener cuidado cuando se trata de pisar la línea del enamoramiento, pero no por eso le da miedo dejarse llevar. No puedo evitar sonreír cuando me dice que está bien ser un poco reservado y tener tus propios secretos y fantasías. Kasia dice que lleva mucho tiempo haciéndose preguntas pero que no hay vida si pudiéramos tener todas las respuestas. Que sus pasos la llevan al mismo lugar aunque intente dejar la mente en blanco, porque los sentimientos no se pueden apagar. 

"...and what about you?" me dice,

y cuando termino de hablar... bueno, me dice cosas que ya sabía, solo que a veces agradecemos que nos digan desde fuera. Para saber que no estamos locos.

sábado, 11 de mayo de 2013

Vino (II parte).

La felicidad de las cosas pequeñas no deja de ser una suerte. No sabía que a dos mil kilómetros podría haber una noche como las de antes, de cena bebida risas y chismorreos hasta que nos entre el sueño. Mi Yang, mi otra visión de la historia, la realidad para el delirio, el ánimo para el desánimo.


Tanta mezcla de pensamientos me ha llevado a un recuerdo de los lunes que comíamos de "taper". Decía Sergio, que así es como lo llamo artísticamente, en uno de nuestros debates, que el hombre de tu vida no tiene que ser aquel con el que compartes los días sino la que por múltiples razones crees que lo es.
Hace justo un año estaba demasiado preocupada por las despedidas: hoy estoy tranquila con los futuros encuentros: Serás mi despedida para volverte a ver.

Hoy es el día, "la última vez".   

Predicho, dicho y hecho

"...y si estás preparado sobre todo a afrontar y a perdonar algunas de las realidades muy duras de ti mismo, entonces la verdad no te será negada".

Muy fan de toda búsqueda de la verdad, pero más aún convencida de que la verdad vive en cada uno de nosotros. Enfrentarse a ella o no…es otra historia.
No sé si pensar que las verdades golpean últimamente más que de costumbre o pensar que las veo ahora más que antes porque tengo más tiempo para pararme a pensar. No… yo no puedo arrojarme al vacío. Aprendí a retenerme, sujetarme, irme o quedarme sin hacer ruido y creo que ahora ya es tarde para dar un golpe en la mesa. O a lo mejor es cierto…nunca es tarde y lo único que pasa es que sabemos que la verdad va a doler.
Estarás tan segura de que me has olvidado… una cosa está clara: las seguridades o inseguridades no  implican la verdad. La cualidad suprema debe de  ser conformarse.

Una certeza me queda para esta noche que se ha presentado llena de canciones: el mensaje de las letras se clava, ya no sé bien si por los recuerdos o por esas cosas que no se dicen y quedan suspendidas en el aire. La impotencia que da algunas veces levantarse y pensar que no hay tiempo, ni distancias, ni sueños ni hechos que cambien la verdad, mi verdad.
Fue un amor tan ciego que enseguida lo vi claro. La claridad ciega, para qué negarlo.

¿Verdad o ceguera?

viernes, 10 de mayo de 2013

Palabras de otros (II)

Porque un escritor como él, va a saber expresar lo que el día de hoy (y este curso) me han aportado mejor que yo:


Danos hoy, Señor, nuestro milagro diario.

Incluso si somos incapaces de percibirlo porque nuestra mente está centrada en grandes hechos y conquistas. Incluso si estamos demasiados preocupados con nuestra vida diaria para saber que nuestro camino fue cambiado por él. 

Y cuando estemos tristes, ayúdanos a mantener los ojos abiertos a la vida que nos rodea: una flor abriéndose, las estrellas en el cielo, el canto distante de un pájaro o la voz de un niño cerca.

Ayúdanos a entender que hay ciertas cosas tan importantes que las tenemos que descubrir sin ayuda de nadie. Y que no debemos sentirnos solos o desamparados, porque Tú estás ahí con nosotros, dispuesto a intervenir si nuestros pies se acercan peligrosamente al abismo. 

Ayúdanos a seguir hacia delante a pesar del miedo, y a aceptar lo inexplicable a pesar de nuestra necesidad de explicar y saberlo todo. 

Ayúdanos a entender que la fuerza del Amor recae en sus contradicciones y que el Amor dura porque cambia y no porque se queda igual sin asumir ningún reto.

Y a entender, también, que cada vez que vemos al humilde elevado y al arrogante modesto, somos testigos de un milagro.


Ayúdanos a saber que cuando nuestras piernas están cansadas, podemos seguir caminando gracias a la fuerza en nuestros corazones, y que cuando nuestros corazones están cansados, aún podemos continuar gracias a la fuerza de nuestra Fe.


MANUSCRITO ENCONTRADO EN ACCRA,
Paulo Coehlo (y mi traducción)

Todo final de camino es el comienzo de otro. 
Gracias.



martes, 7 de mayo de 2013

Sin palabras.

Si sólo de palabras se tratase, si hubiese suficientes, yo me expresaría con total tranquilidad.
El problema es que a veces faltan las palabras cuando de expresar emociones se trata y mucho más aún si son tan dispares que ni tú mismo aciertas a entender qué es lo que te está pasando.

De ahí mis días de exilio, de tranquilidad, hablar poco, pensar mucho y sentir como si de la última vez se tratara. Unos días para estar conmigo y entenderme un poco mejor, así quizá pronto pueda escribir qué le pasa a esta cabeza mía.

Después, quizá, os cuente si mayo se ha portado bien conmigo, si me ha dejado terminar con todos los proyectos que tengo entre manos; si me ha dejado cumplir todas y cada una de las cosas que conforman una lista de lo que tengo que hacer en Praga todavía. Si estás...si no estás... mi mente quiere vacaciones, desconectar... el corazón no la deja, qué pesado, dice que te necesita.

Ante todo me digo cada día: tranquilidad. No quiero caer en eso de quien mucho abarca poco aprieta, pero sin duda quiero que me dé tiempo a todo.


Oigo la voz de mi padre en mi cabeza: organízate María, organízate.


jueves, 2 de mayo de 2013

Oda a mis jueves.

Uno más, sólo uno más. En octubre parecía lioso, parecía mentira. Hacía frío, recuerdo que ya le dediqué unas líneas a aquellas salidas de clase, cuando era de noche, todo estaba encendido y por supuesto, siempre animado, Praga nunca duerme. Los encuentros en el tranvía, el cansancio y la vuelta a casa después de muchas horas.
Hoy vuelvo a escribirle a la misma causa, y le escribo hoy como anticipo a las emociones del jueves que viene, a todo lo que sentiré, aunque aún no lo sepa con total certeza.
Cuando salgo ahora de clase queda un buen rato para que se haga de noche; hay música, baile, gente de todos los lugares que te puedas imaginar, sol y flores. Cuando salgo ahora de clase no vuelvo tan cansada, me puede más la alegría que trae la primavera.
Ahora simplemente me parece increíble pensar que el jueves que viene cuando salga de ese edificio, todo habrá acabado. Volveré a él, no lo dudo, pero jamás será en las mismas condiciones: literatura, inglés en la Unión Europea, literatura. Enamorarme un poco de mi profesor de británica y vuelta a empezar. Mis compañeros, que siempre han dedicado una sonrisa a esa chica española, casi intrusa que compartía las horas con ellos. Mis profesores, con su buen nivel y al mismo tiempo su cercanía y su confianza (algo de lo que algunos deberían tomar nota). No volveré a dejar la habitación tempranito para volver casi a la hora de cenar y lo peor es que este final de curso no es sólo uno más marchándose como tal, es el último semestre, la carrera acaba, acaba en una universidad a la que no he de volver (al menos en condición de alumna) y en una de las ciudades más bonitas que se pueden encontrar.

Hoy y siempre, mi cariño a los jueves; por si el ataque quedeprisapasaeltiempo de la semana que viene no me deja escribir.