martes, 31 de diciembre de 2013

New Year's Eve

2014
               
                De momento sólo cuento con un balance…una pequeña reflexión, quizá más que nada un resumen de mi año, pero no tengo conclusiones, no sabría definir en pocas palabras lo que los meses que se marchan han supuesto para mí; quizá porque ha sido tanto, tanto, lo aprendido este año, que no puedo más que plasmarlo en letras que poder releer de aquí a algún tiempo, cuando necesite recordar que la vida es un círculo que por cada cosa mala una buena te da. Y viceversa.
Empecé por comerme las uvas, decidida a que fueran el entrante de un menú llamado “vida nueva”, aquella que vino marcada por un gran cambio en el ámbito sentimental. De hecho, casi podría afirmar que el año que se está desvaneciendo ha supuesto una montaña rusa de sentimientos que aún divagan sin haber desembocado en un camino concreto. En cualquier caso y aunque ahora, me consta, he perdido mucha credibilidad, no fue fácil, ni sencillo. Y dolió, porque es duro para todos dejar atrás las cosas que un día amamos. Sea como fuere, el año empezó marcado por el retorno a Praga, donde habría de pasar casi media docena de meses. Praga fue la maestra, la anfitriona de mi cambio, una madre que me arropó cuando la mía estaba lejos, mi compañera y mi más íntima amiga. Aquella María algo irascible no habría de volver de la República Checa nunca más: aprendí a contar hasta 10, a darle importancia a lo importante y a restársela a lo banal. Aunque aún me quedaba un error por cometer: desenterrar una historia que ya creía acabada hasta el punto de equivocarme, de equivocarte incluso. La historia interminable volvía a abrir sus páginas momentáneamente y por un instante creí tocarte; sentí, durante unos días, que podía escribir aquel final que tanto nos intrigaba. Y como ya he  dicho, me equivoqué, o eso creí, porque el tiempo en su caprichoso movimiento me dio, si no el último capítulo, la certeza de que no estaba loca cuando escribí el prólogo.  Ahora necesito algo más de tiempo, para saber cuán sabios o tontos hemos sido: hagan sus apuestas.
Para cuando retomé el contacto con el calor español, logré el mayor éxito de mi vida hasta el momento: terminar mi carrera. Pocas cosas me hacen sentir más orgullosa ahora mismo, pocos tesoros son más valiosos que sentirse realizado en lo que te gusta.
No habría de ser un verano corriente aquel cuyo preludio fue un invierno de cambio, y lo cierto es que trabajar en algo que a priori sonaba a chino para mis oídos abrió mis puntos de mira y llenó un espacio que había quedado raro, vacío y hasta solitario. Para cuando volví a mirar al sol tu sonrisa ya le hacía sombra. Tú, ahora, en el momento presente del teclado, eres, junto a mi carrera, el segundo acontecimiento más importante del año. Tú, que me devolviste la vida, y queriendo ser parte de ella aún no  te has ido. Tú, que eres tan real como incierto y que ahora me miras con unos ojos llenos de dudas (casi más de las que pueda tener yo)pero sobre todo de amor del que se siente pocas veces en la vida, eres mi mayor propósito para el año que entra: eres el que me hace quedarme y el que ahora, en la perspectiva que da la distancia, me hace ver que todo lo vivido no ha sido en balde. Y creedme, no lo será; ni siquiera si te vas. Así me lo has enseñado.
Con el movimiento de las historias que tienen pronóstico reservado y la marcha incansable de las semanas, me planto en el fin de año con una mala racha que parece quedarse atrás, pero que como decía al principio, algo bueno lleva consigo: muy agradecida a todos los que han demostrado cumplir con creces lo que la palabra amistad significa, y también muy convencida de que amistad es un sentimiento aplicable a compañeros, familiares e incluso personas que no ves con la frecuencia que te gustaría. No voy a nombrar a nadie porque esto no necesito recordarlo luego: viven todos en mí. Entusiasmada y a la vez asustada si pienso en el designio sentimental: con mis ganas de luchar y el temor a que este año que entra te aparte de mi lado asemejándose así al año que se marcha. Pero ante todo con ganas, porque estos cambios vienen a demostrar una vez más como cierto aquello que llevamos por bandera y siempre se nos olvida cumplir: hay que vivir el momento. Por eso dejo aquí el balance, el resumen, pero me decido por el día que vivo, porque en más o menos medida nuestra mente se está posicionando en lo que nos traerá en enero y no, no deberíamos olvidarnos de despedir a este diciembre como se merece, aunque sólo sea porque es el mes más valiente, pues arrastra el peso y el cansancio de los meses a su espalda, de las cosas que quedaron en el tintero y las que no salieron como esperábamos; pero siempre se marcha con esperanzas renovadas, las que nosotros queramos darle: el aliento para la nueva hoja del calendario.
Dicen que cuando una puerta se cierra se abre una ventana. Yo quiero abrirlas todas, para empezar desde este mismo momento a liberar las cargas de diciembre del año que viene; y eso, es un propósito diario, no de Año Nuevo.


Feliz 2014

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Merry Christmas

Y ahora, tras la primera toma de contacto con la ansiada (o no) Navidad, vienen esos días de reflexión, de balance, de lo que sí de lo que no, los asuntos pendientes, de dónde quedaron las ilusiones que juramos hace ahora trescientos sesenta días. 


Pensaba escribir mi balance y sobre la marcha he decidido esperar. De hecho, si no tuviera que cenar con la familia, recoger la mesa y prepararme para las uvas seguramente dedicaría ese último rato a la escritura, para asegurarme de que poco o nada varíe mi vida desde balance al momento de las campanadas; y es que si algo me ha enseñado el 2013 y aún más mi situación actual es que todo puede cambiar en un momento. Y no han sido pocos no, los cambios de este año: pero lo dicho, luego os lo cuento.


De momento me voy a dormir feliz en este casi acabado día de Navidad. Feliz... en esta felicidad que a ratos se hace amarga, porque los días me van haciendo cada vez más impaciente, cada vez más exigente. Si ya conocía la fugacidad de los momentos felices, incluso el miedo que da saberse feliz y temer que algo malo venga pisándote los talones, ahora, feliz o no, casi siempre tengo miedo: ese miedo tan enfermizo que siente el que ve tambalearse sus mayores ilusiones, el que vive trazando planes casi paralelos a veces, como queriendo crear una falsa línea de seguridad por si alguno de ellos hubiera de fallar. 


Tendemos a comparar nuestras vidas con el mar, la playa, el vaivén de las olas como sinónimo de nuestros propios cambios...pues bien, ahora creo que a la playa van dos tipos de personas: las que no se molestan en construir un castillo de arena porque saben que cuando suba la marea se destruirá y lo poco que quede de él será barrido por la máquina que pasa a primera hora de la mañana, y las que lo construyen sin más, asumiendo el riesgo, con la ilusión de un niño para verlo montado; porque al final, no importa las torres que tenga, seguramente no tenga bandera, ni princesa, ni cocodrilos, ni dragón... pero como Sergio y yo solemos decir muchas veces: ¿Y lo que nos hemos reído? Pues eso, eso es lo que se pierde el hombre escéptico que no construye su castillo. 

Por eso quiero irme a la cama feliz en el miedo, pero agradecida de tener un cubo y una pala. Voy a construir y voy a disfrutar de la arena (ahora, que toca nieve, muñecos y belenes, así soy yo). Porque por ti volvería a construir la Torre de Babel con sus siete pisos, y si al final el mar se la lleva, empiezo otra vez.
Por eso somos arena y tenemos tantas formas.




Buenas noches

lunes, 16 de diciembre de 2013

Consejos vendo, y para mí no tengo.

Lo primero que hago cada día al levantarme es preguntarme si merecerán la pena los malos ratos, los pensamientos dañinos, las dudas, la espera, la distancia, la incertidumbre y los quebraderos.

Y mientras lo segundo que haga cada día al levantarme sea contestarme a mí misma que sí, que él hace que la lucha valga la pena, sabré que estoy en el camino correcto.

sábado, 14 de diciembre de 2013

¡Más Gracias!

En estos días de reconstrucción, de crecimiento, de reorganización emocional, sólo me queda dar las GRACIAS. A los que están, a los que sin estar están, a la suerte que tiene el que cuenta con un buen amigo andaluz, a los consejos sabios de los hermanos mayores, a los que en los malos momentos demuestran que son tus amigos, al que me aguanta, a ti, porque siempre seremos nuestros.

De todo se sale.

martes, 10 de diciembre de 2013

de 10

Gracias...cuando algunos días eres la fuerza que me saca de la cama,
y otros además eres el despertador, asegurándote ser el primero.

Gracias...porque hacerte reír, precisamente a ti, es mi tarea preferida,
incluso con esa risa que te da que me enfade y que me enfada aún más.

Gracias...por no decirme que me quieres muy a menudo,
sino esforzarte por demostrarlo cada día.

Gracias...por tus detalles, los que te hacen único, los que me ilusionan,
por los que me enseñaste que el amor viene en pequeñas dosis.

Gracias porque me has visto llorar, y en ningún momento has soltado mi mano,
incluso aunque pudiera alejarte con mis palabras.

Gracias por recordarme que dos caminos no se cruzan por casualidad,
y que todas las personas pasan por nuestra vida aportándonos algo.

Gracias por cada conversación, cada confidencia y cada discusión,
esas que acaban en risas porque estamos diciendo los dos lo mismo e intentando llevar razón.

Gracias cuando te propones cumplir mis sueños,
retándome a querer ser tu ilusión para toda la vida.

Gracias... porque entraste en mi vida hace cuatro meses por una osadía...
y ahora yo espero que no oses salir de ella.

y 10. Gracias porque no suelo escribirle a las cosas bonitas, pero ya ves,
tú siempre sacas lo mejor de mí.


viernes, 6 de diciembre de 2013

EMT

Debo ser de las personas más enamoradas del transporte público que conozco. Disfruto sentándome y viendo a la gente pasar, sonrío con los pequeños detalles y alguna vez tengo que controlarme para no quedarme embobada mirando a alguien y que él o ella se incomode.

Sentada ayer en el autobús, dispuesta a entrar en la facultad por la mañana y salir al esconderse el sol, mi atención se centró en un puesto de flores de la Alameda Principal, justo enfrente de la parada. Me preguntaba si comprar este año una flor de pascua y que esa fuera la decoración navideña de este sitio que habito, aunque reconozco que a mí (inexperta y novatilla) aún me rechinan un poco las campanas, las bolas, los abetos y el trajín de gente en un pueblo de playa, lo que para mí antes estaba asociado a verano, vacaciones y descanso. A lo que iba, algo llamó gratamente mi atención: un hombre bastante mayor compraba una rosa roja con una sonrisa de oreja a oreja. Yo imaginaba, mientras se alejaba, al hombre llegando a casa, entregando la rosa a su amada y alegrándole el día. El autobús ya estaba empezando a moverse y de soslayo miré el puesto de flores una última vez: también había rosas amarillas, mis preferidas; aunque bien pensado, ¿A quién le importa el color de la flor con un detalle así de bonito?
Y entonces lo supe: ya no sirve de nada mirar hacia atrás, puede que incluso el presente no tenga sentido. Y si pierdes, pierde ahora que aún estás en edad de encontrar. Y si te sientes solo, busca el mundo que te rodea cada día. No envidies, me digo, a los que se quieren momentáneamente únicamente porque desees los brazos que rozan otro cuerpo. Prueba, espera, pero sobre todo, no tengas prisa, porque merece la pena derramar ahora alguna lágrima si lo que viene después es nítido, verdadero y para siempre.


A lo mejor no tenía que ser él quien de aquí a cincuenta años, te llevara una rosa a casa por la mañana.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Sentimientos encontrados

Anoche pensaba que perdida como estoy en un mar de dudas, quererte es una tabla salvavidas. Pensaba, también, que poco sentido tiene estar mal antes de tiempo si de todas formas me tiré a la piscina hace ahora casi cuatro meses. Pensé que quizás aún queda esperanza para nuestra historia, y pensé tanto tanto...

que me dormí mucho más enamorada. Y hoy tengo miedo.