sábado, 29 de septiembre de 2012

Orloj - Reloj astronómico

Hoy toca una entrada cultural... en la que os voy a tratar de explicar con mis mejores palabras una de las joyas de Praga: el reloj astronómico.



Este reloj en la torre del ayuntamiento no es sólo valioso en cuanto a su grata función de avisarnos en cada hora en punto sino también por su estética y por su historia.
Construido en 1410 por Jan Sindel, esta maravilla era la única de su especie y no se limitaba únicamente a las horas sino también a la situación del cielo, ya que la esfera de arriba cuenta con un sol dorado que marca la posición de éste en el momento del día en que se encuentre la hora, una aguja que marca el curso lunar con una esfera plateada en una de sus puntas que cambia a negro según sea la luna llena o nueva y el indicador del mes en que nos encontramos. Claro que con tanta majestuosidad no puede ser del todo preciso, pues no se puede cambiar la hora en el horario de verano/invierno. 
En el lado izquierdo de la esfera superior encontramos dos figuras inmóviles: la vanidad, representada por un hombre que se mira en un espejo y la avaricia, ésta por un hombre que porta una bolsa con monedas.
En el lado derecho, otros dos de los temores de la época: la muerte (móvil, pues al dar la hora en punto toca una campana) recordándonos la fugacidad del tiempo con un reloj de arena en la otra mano; y la lujuria, cuya representación no es muy comprensible, ya que es un hombre tocando un instrumento musical...

La esfera de abajo representa los meses del año en sus dibujos más exteriores mediante imágenes rurales de gente en sus puestos de trabajo; los más interiores vendrían a ser los signos del zodiaco y aunque esta foto está hecha desde lejos para intentar captar todo y no es posible apreciar muchos detalles, todo lo que a simple vista parece un borde en un tono gris, en realidad son filas de nombres a modo de "santoral".
A la izquierda de esta esfera encontramos un filósofo y un ángel: en la derecha, un astrónomo y un cronista. 


Cada hora en punto el reloj ejerce su función anunciadora mientras dos ventanucos se abren dejando paso a un desfile con las figuras de los doce apóstoles. Un gallo de oro colocado en la parte superior habría de cantar, pero tras seiscientos años de funcionamiento ha sido sustituido por un trompetista que toca el himno desde la azotea de la torre y posteriormente enseña una bandera, la bandera de Praga. Cada hora en punto cientos de personas se agolpan incitadas por el espectáculo y a la espera de ese aplauso que rompe el montón de gente hasta el próximo turno.


Como anécdota puede contarse que el ayuntamiento protegió en su día muy celosamente el reloj, por su autenticidad  y singularidad; de tal manera que, al ver al ya nombrado autor del reloj trabajando en lo que parecía ser un proyecto para otro lugar, mandaron se le quemaran los ojos, para que no pudiera ejercer su profesión de relojero nunca más. Él, como venganza, pidió a su lazarillo lo llevara a lo alto del reloj, para así dejarse caer sobre la maquinaria, en aquel entonces de madera. Destrozado el reloj entero se cumplió su venganza por un alto precio: su propia vida.
Tras doscientos años sin funcionar, otra nueva familia de relojeros se ha estado encargando de él durante generaciones. Los checos aseguran que si el reloj se para traerá mala suerte: cuentan que en 2002 se paró y fue el año en que sufrieron unas terribles inundaciones. 






Espero que os haya gustado este pequeño relato: es mi forma de acercaos un poquito más a esta ciudad y hacer que mis ojos sean los vuestros.


viernes, 28 de septiembre de 2012

Ahora...

Ahora que estoy debidamente instalada creo que puedo retomar mi escritura casi por donde la dejé.

Ya ha pasado la primera semana en Praga y la verdad es que tanto papeleo y organización casi no me ha dejado disfrutar de la ciudad como debiera. No obstante, estoy ya autorizada para recomendarla encarecidamente y plasmar en unas líneas que su belleza no tiene límites, que cada edificio parece contarte una historia y que el río... bueno, yo creo que el Moldava roba a quien lo visita un trocito de su corazón y se lo queda para siempre.
Si bien es cierto que la periferia guarda el recuerdo estético del comunismo por aquello de los edificios iguales con esos tejados naranjas, Praga se ha convertido en toda una capital llena de posibilidades pero con algo distinto: esa magia de ciudad de cuento que no le han podido arrebatar los años.



En lo que a mí respecta me encuentro bien; pienso que cada día es una oportunidad de hacer algo nuevo o conocer a alguien distinto, sin quitar eso mi recuerdo de aquellos que están lejos, pero que siempre están; empezando por mi mitad, mi gran apoyo y mi sonrisa diaria y terminando por los que no se dan a vista pero quieran o no viven en mí. Esto al fin y al cabo también sirve para entender un poco más lo que vale la pena y lo que no. Esto sirve para aprender que si cuando vuelva estás será perfecto y si no estás será perfecto porque la felicidad consiste en permitir que todos los sucesos sucedan.



miércoles, 19 de septiembre de 2012

-Instrucciones-

Tienes la suerte de elegir lo que vives, de poder hacer lo que quieres:
conocer otro país, otra cultura...Disfruta cada segundo, intenta llenar cabeza y corazón de experiencias para ser mejor persona cada día; lo que no te guste, deséchalo, que estamos en tiempos de reciclaje:
lo que te guste, repítelo.
Haz gachas para una boda, enseña a la gente a jugar a juan y al escandinavo, diles que en España se te respeta por tus rondas 8 en los zombis y que odias a los científicos locos y a los perros zombis y que five no es un número, es una pantalla.
Intenta no quedarte quieta, viaja, y por supuesto, tráeme algún recuerdo.
Dedícate tiempo a ti misma, sigue escribiendo, reflexiona, piensa y respira, que no pierdas tu esencia.
Deja huella por donde vayas, no dejes indiferente a nadie y de esa forma, conseguirás ser eterna.



Cuídate y vive tu sueño y sobre todo, emociónate un par de veces al día, que te haga sentir viva.




Creo que si sigo todo esto al pie de la letra...estaré salvada.
Praga...¡Allá vamos!