viernes, 28 de junio de 2013

On the road

Pasaba por aquí, casi con la timidez del que lleva tanto tiempo sin dar señales de vida que se expone a que al volver a casa le tiren de las orejas.
Muchas cosas han pasado, muchas y muy diversas. Un verano planteado con de todo menos descanso, unas sensaciones muy variadas, la extrañeza que dan las cosas que se salen de lo que acostumbramos. 

Una filología a unos días vista de ser una realidad, a pesar de que mi corazón/ordenador/paciencia van a llegar en la reserva. 
Una habitación redecorada, sin dolor ni rencor, sino con la seguridad de saber una etapa cerrada, con los cambios que conlleva, con la vista al frente. 
Planes difusos, poco marcados ya por las personas de alrededor. La vida sigue, ellos marchan, cada uno toma su rumbo, como es normal aunque nos cueste creerlo. A mí, tras nueve meses fuera de la madre patria, estar dentro de la misma península ya me vale, poco importan los kilómetros, cuando mueve más el coche el sentimiento que el acelerador. Por ratos de risa como los de ayer contigo, yo haría 200km cada día sin rechistar. Y a los que se marchan de la península este año, los visitaremos con alegría :) 


Me tienen tan ocupadas las horas del día que cuando llega la noche estoy agotada para caer en la cuenta de la vida personal. Hago deshago voy y vengo y a ratitos me duele el corazón. Charlas y consejos se suceden, unos más duros que otros, unos nos gustan más que otros. Pero no me muevo de mi sitio y, confieso, eso me hace sentir rebelde, a veces tonta también, pero sobre todo fuerte. Porque creo que no hay más fuerza que aquella que sacamos cuando no podemos. Momentos de reflexión, de contemplación, de calma; a pesar del movimiento de fuera, interiormente, estoy sentada. Mirando a la ventana, como a mí me gusta.

martes, 18 de junio de 2013

Palabras de otros (III)




Te odio.
Odio las canciones de amor
que traen tu recuerdo a mi casa.
Las ganas de verte.
Y odio
el cielo en tu rostro y las dudas
de echarte al olvido o llamarte
para contarte,
qué se yo,
que sigo existiendo,
que te odio por fin,
que no sé
si el mundo resiste sin ti.
Tanto te odio.

Te odio.
Odio la mañana, el café
sin planes, sin ti y en ayunas
perdura tu aroma y lo odio.
Envuelto en papel de colores
te envío bengalas, rencores.
Quizá recuerdes así
que te odio. También tu sonrisa,
la brisa arañando tu piel,
y mi corazón ya de paso.
Tanto lo odio.

Este viejo odio
que hiela los jazmines,
ama tu figura aborrecible.
[ De: http://www.dicelacancion.com/letra-te-odio-ismael-serrano ]
Y así si te marchas,
quedan los rencores
para recordarme las razones
de por qué me eres imprescindible,
de por qué te extraño aunque me olvides.

Te odio.
Odio tu belleza y a mi
me odio al saberme tan lejos
del viejo camino andado
rastreando hadas y cometas,
la estrella prendida en tu pelo.
Maldito lucero. Lo odio.
Odio odiarte tanto,
saber que te encuentras perdida
y la vida me impide encontrarte.

Yo odio
perseguir tu rastro,
cansado en este laberinto.
Cual hilo de Ariadna tus huellas
me llevan hasta el dulce tiempo
de besos, promesas. Lo odio.
Soy tan feliz
a tu lado que odio
que hoy ya no estés cerca,
y empieza a cansarme este odio.
Quizá si tuviera tus manos
Pero te odio tanto…



Ismael siempre se sabe explicar mejor que yo. Este odio aún es ese que utilizaba cuando lo que quería decirte en realidad era: te quiero. Y lo cierto es que es lo único que me queda.
Navego en un mar de tristeza pasando por la impotencia y la rabia que me da no escarmentar, que la historia se haya repetido. Y no sé cuánto tiempo durará, puede que otros varios años.


Eso sí, hoy he vuelto a sonreír, dentro de lo malo, pensando que vamos a batir el récord en despedidas de mierda.

domingo, 16 de junio de 2013

Escrito el 4 de mayo de 2013

Hoy me despertado más enamorada de ti de lo que es común en mí. Si se diera la ocasión, hoy creo que no dudaría en decirte lo que siento realmente; de hecho, creo que si en algún momento pasamos por uno de esos instantes de nostalgia y recuerdos me confesaré a mí misma como única autora del delito que supone haberle quitado pedazos a mi vida para dárselos a la tuya. Cualquier día de estos vas a venir con la noticia de una convivencia, una boda y todos esos momentos tan nuestros se van a terminar sin remedio, sin una oportunidad, un homenaje, para recordar la de sonrisas y lágrimas que arrancaron. Por eso hoy me declararía, en el sentido más medieval de la palabra. Creo que podría reconocer abiertamente hoy que he pasado los últimos años creando un momento en mi cabeza en el que de una forma u otra venías a buscarme, a decirme que es conmigo con quien quieres compartir tu vida en realidad. Hoy soy feliz porque te tengo de alguna manera, pero es posible que esto acabe pronto y sea, como he dicho, de una forma bastante radical. Hoy diría lo que tantas otras veces no he dicho porque sabía que la verdad sería demasiado dolorosa a mis oídos; hoy dejaría que me rechazaras abiertamente como medio para empezar a olvidarte de una vez, algo que tantas veces empecé a hacer y nunca quise lograr. No sé si he sido mejor o peor amiga, acertando o metiendo la pata siempre he estado ahí: siempre hemos estado ahí y casi no conozco otro modo de vida; me cuesta imaginar días en los que no serás la primera persona con la que hablo por las mañanas, la que plasma la luz en mi cara hasta bien entrada la noche. Hoy te pondría en el compromiso de decirme que a la que quieres en verdad es a ella y que yo sólo soy la amiga en la que siempre pudo confiar…y cuando me lo digas me iré para siempre, en la pequeña felicidad que me dará la certeza de saber, que en esos momentos estabas pensando en mí.









Qué ojo tengo. 

viernes, 14 de junio de 2013

Balance (II)

Fin del sueño Erasmus.


Acaba esta gran etapa de mi vida; una etapa que no me ha dejado indiferente en ningún aspecto. Mi corazón se divide hoy entre la ciudad y las personas. Cuando el verano pasado escuchaba decir de Praga que era una ciudad de cuento de hadas no sabía hasta qué punto era verdad. Estoy hasta orgullosa de mi pésima orientación, que tantas veces me ha llevado a perderme entre esas calles de infinitos adoquines con edificios que parecen querer contar una historia. Hoy he subido por última vez al castillo, para desde allí contemplar la ciudad en lo que espero, es un hasta pronto. Praga tomó en septiembre mi corazón, y aunque hoy se ha quedado buena parte de él, me lo ha devuelto rejuvenecido, curado y lleno de luz. Estoy en deuda con ella, por recordarme quién soy, devolverme a los orígenes sin perderme en el camino y ser, en todo su esplendor, la mejor compañía que he tenido.

El firme propósito de hablar inglés se cumplió con éxito al encontrar a la mejor y más variada familia internacional. No hace falta entrar en detalles: los quiero a todos por igual, con sus dispares formas de ser. Hemos compartido risas y lágrimas y nunca imaginamos que el tiempo asaría tan rápido. Llegar sola a una nueva ciudad y una nueva vida y volver con un puñado de amigos en el bolsillo ya dice mucho como balance a este curso.

Fin de curso y fin de carrera. La etapa que se va distará mucho de la que venga, pero ya no estoy preocupada. En cierto modo, estos últimos días he vuelto a primero de carrera; quizá el "Gran Gatsby" lleva razón y sí que podemos recuperar el pasado, o al menos traernos parte de él al presente. He encontrado el equilibrio en una balanza que se mide entre la tristeza de lo que queda atrás y la alegría de saberme página en blanco. Por primera vez en mucho tiempo mi mundo ha dejado de tambalearse y sólo conoce el suave movimiento de unas sensaciones que se disponen a crecer.

A mi fuente de inspiración: gracias por los consejos, las riñas y las infinitas risas en la no-distancia. Gracias porque has hecho que no me dé miedo volver. Ahora no puedo parar de escribir una historia, movida por la curiosidad de saber cuál es el final.

No he echado de menos mucho, porque he sentido a todos muy cerca. Y aunque muchos pensarán lo contrario, no he cambiado, sólo me he reencontrado. Hacía demasiado tiempo que no era yo. Lo verdaderamente importante no cambia, ni con nueve meses, ni con dos mil kilómetros. Ahora que me conozco tanto y me he reconciliado con mis fantasmas ya sé quién soy. Esto ha sido una etapa, sí, pero de clasificación: la verdadera carrera da comienzo ahora.


Estas son mis conclusiones objetivas. Creo que entrar en lo que se desea o espera ahora es pedir demasiado. Prudencia, paciencia, calma y muchas ganas de escribir. Con eso podemos tirar otro poco tiempo.

Si sentirse bien con uno mismo es positivo, así de positivo es mi balance final.










María. Erasmus 2012-2013

lunes, 10 de junio de 2013

Fuente inagotable de inspiración

Descolgando las cosas de la pared, imaginando a mi padre al lado diciéndome que tengo el síndrome de Diógenes y entre la nostalgia que me da tener que meter nueve meses de vida en esta preciosa ciudad en una maleta, he caído en la cuenta de que estaba rasgando folios que de haberse tratado de septiembre estaría archivando con ímpetu.
Rasgar folios es algo insignificante y sin embargo hoy ha sido la prueba más clara de mi cambio: cuando vuelva a España habré simplificado una gran parte de mí y habré dejado muchas cosas en la papelera: la física y la emocional. Se acabó guardar, hace daño. Estoy escribiendo lo más importante que tengo y guardándolo en el bolsillo secreto de la parte de atrás de mi cuaderno para que no se me olvide; pero he roto con el pasado. Hay muchas cosas que no quiero para esta nueva versión de mí. Hago los trazos de los próximos capítulos de mi vida, borradores de una novela aún sin escribir, pero he tirado aquello que al contemplar me recuerda que ha dolido. Ya no merece la pena.
No me había dado cuenta de que he estado cerrando párrafos sin saber que tú eras el gran capítulo, el epílogo  de esta etapa que está por concluir, y sin él no podrá salir el libro a la luz. Reconozco que me aterra la idea de pasar página.

Olvidarte sigue siendo algo que muchas veces intenté hacer, y nunca quise lograr.

domingo, 9 de junio de 2013

Libertad y condena

Cuando pienso en la tranquilidad que podría suponer para mí hablarte de lo que de verdad pasa  y que me escucharas, creo que las consecuencias serían demasiado dolorosas e insoportables; es ahí, cuando caigo en la cuenta de que entonces un sentimiento puede ser más fuerte que una necesidad. Cuando la condena impuesta precede la liberación puede que tengamos un problema. Si el problema es alto, guapo y ocupa tus últimos pensamientos antes de irte a dormir ya no hay salvación. La libertad que nos da sentir nos encierra de alguna manera en los pensamientos que albergamos hacia lo que queremos, volviendo a caer así en el lado ambiguo de casi todas las cosas de la vida.
No es buena señal sentir que dejar correr los sentimientos significaría perderme, perderte; tampoco lo es querer quedarse en la cárcel si tenemos la llave en el bolsillo. De alguna forma, todos somos reos con una sentencia marcada por la muerte; de alguna forma, todos somos libres por el don de palabra y pensamiento.
Quizá como me taparon los ojos, me equivoqué al creer que al final del corredor, vas a estar tú.


Ahora que tengo libertad para quererte, ¿Es el momento de empezar a olvidarte?

jueves, 6 de junio de 2013

Yo mi me y la cobardía

Llevo un par de días dándole vueltas a la idea, o a mi idea mejor dicho, de cobardía. No me he atrevido a tomar las teclas por una mezcla de falta de tiempo y exceso de rabia, mala combinación cuando se trata de escribir (o de escribir de manera pública al menos).

Llevo un par de días rebuscando dentro de mí para enfocar la sensación que me produces, a través de la propia forma de ser, errores incluidos. Creo que desde que comparto tanto tiempo conmigo (por no decir largos ratos de soledad y hacerlo dramático), he aprendido a canalizar mejor los hechos; he ganado en paciencia, incluso en tolerancia. Por supuesto, sigo leyendo "alguna vez que otra" que tengo mucho genio, que doy un poco miedo, soy ordeno y mando y como niños (pero como lo leo de mis amigos, lo tomo como crítica constructiva). Nunca lo negaré, como tampoco alguien escuchará decir que no merezco lo que me está pasando: sabría que en algún momento la misma vida haría justicia por las veces que pude hacerte daño; sin embargo, te pido disculpas, me quedo con mi carácter de ogro, pues prefiero pecar de gruñona, que de orgullosa.

Y es que para mí orgullo y cobardía se dan la mano. El cobarde se disfraza de orgullo para que no sepan de sus carencias; el orgulloso esconde la falta de valor para decir lo que piensa de verdad.

No voy a cometer el error de juzgarte, porque buscando y rebuscando me he reencontrado con momentos en los que  me faltó el valor para dar un golpe sobre la mesa, decir lo que de verdad sentía y tomar las riendas de mi vida; me habría ahorrado muchos huracanes. Ya no se puede volver atrás, pero se puede aprender para evitar que vuelva a ocurrir. He aprendido mucho, me has dolido mucho. Por demostraciones de cobardía y orgullo como estas, me has hecho resurgir. No sé si soy mejor, quizá sólo un poco más atrevida: no tengo cobardía cuando se trata de expresar como me siento, para bien o para mal nuestro tiempo está contado.


Nadie es culpable de estar dolido, todos tenemos derecho a un mal día o a un ataque de rabia;
pero sin orgullo, por favor. Así será más fácil levantarnos al día siguiente y pensar, que después de las tormentas...





Ojala resurjas.

martes, 4 de junio de 2013

Lágrimas

Venía hoy en el bus pensando que las gotas de lluvia que no pueden sostenerse en los cristales y caen parecen lágrimas, sin saber que luego por la noche me iba a tocar a mí llorar.


Una vez me dijeron eso de "Quien bien te quiere te hará llorar" y reconozco que siento verdadera rabia hacia esa frase, quizás por aquello de que es verdad, y la verdad duele. Poco a poco aprendí que, como siempre, los contextos varían y una misma frase tiene distintas aplicaciones según el momento.

Entendí que alguna "arenga" de mis padres me ha hecho llorar alguna vez y pocas personas me querrán más. Entendí que hay amigos que te quieren bien y te hacen llorar...de felicidad.


Creo que a veces cuando contamos las cosas a los demás y las escuchamos en alto de nuestra propia voz, caemos en la cuenta de ellas mucho más que hasta el momento. Cuando yo hoy me he reunido con mis amigos para comunicarles las razones por las que no podré estar con ellos en el viaje de despedida, me he dado cuenta de los pocos días que quedan, de lo mucho que los echaré de menos, de que son mi familia.
Cuando después me han dicho que volverán un día antes para que podamos salir a cenar y tener una despedida que me incluya, han caído las lágrimas.


Al volver a casa he entendido que quien bien te quiere te hará llorar, para bien. Siempre para bien.
Así que he roto mi pacto de odio hacia esa frase, aunque sigo mostrándome escéptica en alguno de sus lados: me seguirá costando entender que a veces entreguemos nuestro corazón a quien lo moja con llanto.









No te me pongas triste que sabes que así
los buenos momentos se alejan de ti
y a veces parece que no fuimos nada.
Desde el pardo silencio de este cielo gris, 
te traigo la estampa que nunca perdí
que son nuestros cuerpos envueltos en llamas.

-Tú no te me pongas triste.


lunes, 3 de junio de 2013

Flood

Inundación. Inundaciones.
El agua que es la vida... la fuerza del agua... la inundación como nuestra vida.

Llueve, llueve y llueve. Y en algún momento, la lluvia deja de ser relajante y agradable; el sonido de las gotas rebotando contra la ventana no te ayuda a dormir sino que empieza a quitarte el sueño. Llevar paraguas ya no es suficiente porque sabes que de todas formas tus pies se van a llenar de barro. El ambiente se empieza a revolucionar cuando cortan las vías de comunicación, ya no hay forma de ir al centro. Y cuando el río no puede más se desborda, la fuerza del agua arrasa con todo, causa destrozos, pérdida pero sobre todo impotencia: la de saber que no se puede hacer nada, que contra eso, no podemos luchar.

Pero después para de llover, sale el sol, se lleva el agua. Es tiempo de regenerar, reconstruir y "reesperanzarnos": ¿No es eso la vida muchas veces?

Lluvia como fuerza de la vida.










Ahora bien:
Me fui a vivir a un piso de Ciudad Real en el que en dos años explotó el calentador y casi se nos viene abajo el techo por una inundación en el tejado.
Me fui a Londres el mismo verano y en la misma fecha de los atentados y consecuentes incendios.
Vine a Praga a presenciar una explosión en el centro mientras me dirigía al centro y ya me caí dos veces en la nieve de un invierno que no parece querer acabar.
Tampoco nos vamos a asustar mucho ahora por cuatro gotas...¿No?






Feliz Comienzo De Semana.

domingo, 2 de junio de 2013

La vida no es para siempre (S.F)

"...y así golpeamos, como barcos contra la corriente, arrastrados incesantemente hacia el pasado."
(Scott Fidzgerald - The Great Gatsby)


A pesar de haber leído la novela, la película me ha dejado sin palabras.



La brevedad de una vida medida por un sentimiento del pasado.
Yo te entiendo Gatz, yo te entiendo.


“Can’t repeat the past?…Why of course you can!”