Me apetece escribir y lo cierto es que no tengo nada que decir. Es sólo que, llevo dos días sorprendiéndome a mí misma de sentir agrado por la lluvia. Sí, es cierto que levantar la persiana por la mañana y pensar que tengo que ir a clase cargada con el paraguas no es una de mis pasiones, pero estas dos últimas noches la lluvia "se ha dejado caer" por mi ventana, dejándome sensación de paz.
Y eso me ha traído algo de nostalgia...algunas canciones polvorientas que quizás estaban esperando un momento así; uno en el que no te importa mojarte y menos aún si esa persona que viaja por tu mente estuviera a tu lado abrazándote: qué importa quién.
Lo cierto es que hoy me apetece dormir con la persiana subida, a ver si se ve algo. Creo que la lluvia saca algo bueno de nosotros; creo que proyecta aquello que queremos limpiar y nos conecta unos con otros sin saberlo. Me pregunto cuántas personas habrá ahora mismo en la ventana.
La lluvia purificadora se agradece de vez en cuando, cosa distinta sería convivir con ella permanentemente.
ResponderEliminarMe gusta ver, oír y oler la lluvia.
qué idea tan interesante sobre la lluvia. A mí, por jemplos, los momentos en las que más agradezco la lluvia es el olor a tierra mojada en el campo a la mamana siguiente, o bien cuando estoy dentro de un coche (por la noche) tan solo mirando cómo las gotas se resbalan por la ventana.
ResponderEliminarSí, a veces la lluvia se agradece, ¡pero no cuando llevas las bolsas de la compra! =P
Un beso Maryan