Brindo por ese momento, que llega después de una racha de qué importa qué longitud, en el que te das cuenta del tiempo que has perdido pensando en algo que no llevaba a ningún sitio, y te castigabas a ti mismo aun conociendo la más cruda realidad. Nadie te devolverá ya esos minutos, pero la sensación de bienestar con uno mismo compensa todo aquello.
Brindo por lo bonito de "dejar atrás" ciertas cosas.
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