Nuestras decisiones no sólo nos definen, también definen lo que nos pasa. Dar el paso, echarse atrás, salir corriendo o quedarse. Es increíble como un pequeño gesto puede cambiar toda una vida.
He dejado de castigarme por tomar las riendas de mi vida y empezar a caminar, de esa forma tan mía, de decisiones firmes pero nunca seguras hasta el último momento... No a los "nos" seguros, ni a los "Sis".
Deja que pase el tiempo, mira lo que pasa y decide, pero nunca a largo plazo, ¿Para qué?
Sé de lo doloroso de mis decisiones y soy consciente de cada lágrima que se pueda derramar en la distancia. Pero ya paré de castigarme...y querer dejó de ser suficiente. Así, en este punto del camino, contemplo mis decisiones cuando quiero mirar atrás. Me gustan mis cicatrices, mis heridas de guerra, porque son recuerdos que no duelen. No es que tenga que sentirme orgullosa de todas las cosas que he hecho... es que algunas decisiones hay que hacerlas igual que los "piercing", rápidas y dolorosas, en lugar de prolongadas...y que acaben con nuestra capacidad de decisión.
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