miércoles, 10 de julio de 2013

A mis Yos

Hoy recuerdo, no sin cierta añoranza, a una niña que conocí. Recuerdo su timidez, sus gafas y su risa, pero sobre todo recuerdo que a la temprana edad de nueve años se propuso firmemente convertirse en una “profe” de inglés.

Muchos y variados años han pasado desde entonces. De poder volver al pasado, esa niña no creería las historias que hoy podría contarle sobre cómo iba a cambiar su vida, cómo con el paso del tiempo, al igual que al resto, la vida la posicionaría en una serie de valores y principios que harían de ella un proyecto de persona de provecho. Creo también, sin ninguna duda, que el mejor consejo que podría darle hoy es que no creciera, aunque eso es tan imposible como volver a ver a esa niña: porque no se puede volver atrás, porque esa niña soy yo, y porque ya han pasado muchos años.

Ayer me sorprendí releyendo un texto que databa de 2009 en el que escribí: Los recuerdos son tan inalcanzables como algunos de nuestros sueños. No pude evitar sobrecogerme al recordar la pasión y la fuerza que movían aquellos escritos, ahora impresos y guardados en un cajón, con la misión de traer recuerdos cuando el cuerpo pida una dosis gratuita de nostalgia. No pude evitar sonreír y pensar que muy poco ha cambiado desde entonces.


Y ahora, en esta precisa tarde, he recordado a la niña que creció, vivió y llegó hasta el momento presente. A la chica de 2009, que desarrolló el gusto por la escritura con una pasión algo ilícita. He recordado los sueños, ahora más que nunca, a unas horas de poder ser lo que más he querido ser en la vida: una filóloga. Ambición y corazón se mezclan para provocar algo muy bonito: que ellas no hayan desaparecido. Que llenen esta etapa, con una simplicidad de vida que echaba de menos. De momento no necesito más.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario