Ha sido una de esas mañanas en las que me apetece estar en Tomelloso. Ponerme unos vaqueros y unas deportivas y salir con mi "tole tole" a hacer recados por esas calles soleadas, siempre llenas de gente.
Pasar por la plaza...ya casi es medio día. Los abuelos se reúnen con sus boinas y sus recuerdos, fumando, o agarrando el palillo simplemente con los labios, agarrando la garrota que ahora mantiene esas espaldas tan cansadas por una vida llena de trabajo. Paso por el medio ante unas miradas nostálgicas, deseosas de volver a la juventud. Eso me hace pensar si yo estaré de verdad aprovechando bien la mía.
Los bares se preparan para la caña de después de trabajar y antes de comer. Los mayores de los pequeños están en el colegio. Miro incrédula que hayan demolido una fachada de 100 años para hacer un edificio de 4 plantas...y que en un par de semanas sin ir a casa han abierto tres o cuatro comercios.
También hay madres con niños, madres con hijas e hijas con abuelas. Mirar las nuevas generaciones cambia mucho el concepto rural del pueblo. Todo ha cambiado. Ahora somos demasiado pijos, arreglados, nuestros niños tienen de todo y como quieren todo, no se privan de nada; y nosotros también, porque no nos gusta que se diga de nosotros aunque, a la hora de la verdad, sepamos que la esencia de nuestras raíces está en el campo y sí, ¿Por qué no decirlo? En ser bastos. Porque le damos cien patadas a los diccionarios; menos al nuestro, que cuidamos y queremos... con esas palabras que sacan la risa de todos los amigos de la capital que no saben bien si los insultas o alagas. Pero desde el cariño. Porque Tomelloso huele a gente.
Porque aunque seas "forastero" no te va a faltar un plato de gachas encima de una mesa.
Ha sido una de esas mañanas en las que me apetece estar en Tomelloso...
¿Había dicho alguna vez que soy de Tomelloso?
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