viernes, 1 de abril de 2011

Blanqueas emociones...

La confidencialidad con los que nos rodean se basa en algo más complejo de lo que parece el simple: "Se lo cuento a mi amigo".

Es difícil encontrar amigos que reúnan todas las características necesarias para que te apetezca soltar lo que llevas dentro de verdad.
Todos presumimos de saber escuchar, pocos saben aconsejar,menos aún, ponerse en tu propia piel.


Me reconozco una persona de palabra fácil por mi tendencia a verme acompañada de un buen amigo y pensar "¿Cómo no te lo cuento?"
Y tanto contar me ha llevado a darme cuenta de la incomprensión entre las personas.
Bien es cierto que el que cuenta cuenta a riesgo de que no le digan nada o, lo que es peor, le digan algo que no le gustará. Sin embargo, todos buscamos un punto de apoyo:
contamos las cosas por algo, como un grito de auxilio.


Me rendiría al conformismo de los amigos que poseo si no fuera porque de verdad tengo a alguien que consigue entenderme como si fuera yo misma.
Porque empiezo a ver que es más rentable contar las cosas en lugar de 20 veces, 1 sola vez, a cambio de ser escuchada, entendida, comprendida e incluso analizada.


Eso lo ha fraguado el conocernos tan bien, tanto tiempo y sobre todo el querernos tanto...tanto.




Seguiré aprendiendo.


¡Ah! Y te seguiré queriendo . . .

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