viernes, 21 de diciembre de 2012

Perdón.

Con la tontería del fin del mundo puede que todos hayamos hecho un pequeño balance de nuestras vidas últimamente. ¿No? Bueno, pues yo sí.

Si al final se acaba el mundo en unas horas nadie podrá leer estas líneas, pero aquí van:

hoy quiero pedir perdón. Quiero disculparme con los que en estos últimos días me han puesto morros cuando he dicho (o sugerido) que me costaba dejar Praga y que no he estado bien de ánimo y no era precisamente por echar de menos mi país natal.
Creo que por muchas frases enrevesadas que se me ocurrieran para plasmar aquí, no hay palabras posibles para expresar que aquí he sufrido un cambio.
"El Erasmus te cambia". No sé, no me siento una persona distinta, lo que han cambiado son mis percepciones de las cosas. Había asuntos de mucha importancia que ahora no la tienen, había cosas que no valoraba y que ahora bien valen su peso en oro y eso, amigos y familiares, es algo que sólo se puede saber cuando se vive en primera persona, cuando uno cambia de ciudad solo, donde no conoce el idioma, no conoce a nadie y, lo que es más impactante, cae en la cuenta de que tampoco se conocía a sí mism@.

Lloré las dos primeras semanas de septiembre. Estaba realmente perdida. Me encontré con demasiados cambios para los que creía estar preparada y por supuesto no lo estaba. Después, consciente de la importancia de relacionarse con la gente y no "quedarse atrás" fui formando una familia.
Familia...qué palabra tan grande. Pues sí, así es y lo siento una vez más por los que de verdad comparten carga genética conmigo, pero todas y cada una de las personas que me acompañan o me han acompañado aquí estos tres meses han sido al mismo tiempo amigos, familiares, novios, novias, primos, primas y vecinos varios. Nos hemos tendido las manos los unos a los otros porque no teníamos nada más a lo que asirnos, nos hemos sacado la sonrisa en los días que no queríamos vernos a nosotros mismos, hemos compartido cervezas, cigarros y problemas.

Por eso, ahora que ha llegado el crucial momento de decir "hasta luego" o "hasta siempre" en otros casos, la tristeza me está ahogando. Paso el día esperando que llegue el momento de encontrarlos, para pasar riendo (y aprendiendo) esas noches que nunca queremos que acaben aunque nos pueda el cansancio, a pesar de que por dentro me estoy quedando vacía cuando pienso que algunos ya no estarán cuando yo regrese en enero. Eso es una familia. Esta es mi familia y además, la prueba que demuestra que el tiempo no es un factor crucial cuando se refiere al trato entre las personas, que podemos no tener relación con un amigo de toda la vida, que puede ser nuestra vida un amigo con el que apenas hemos tenido relación.




Ahora, mi cabeza pide descanso. Tiempo para pensar, reflexionar, estar en España, como no, con mi gente, los que espero nunca duden del amor que siento por todos y cada uno de ellos. Ese amor es precisamente el que me ha dado licencia para decir: "Estáis ahí". Por eso, perdonadme si ahora me quiero comer la vida, porque puede que se acabe el mundo mañana, o peor, que no se acabe y nos lo carguemos nosotros, pero esta que aquí escribe hoy tiene una sensación de melancolía aunque pintada con una sonrisa, porque sus días hoy por hoy, son un regalo que el tiempo no puede robar.






Si al llegar no soy la misma chica que se fue, por favor decídmelo,
pero sobre todo, perdonadme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario