martes, 1 de marzo de 2011

Ronco Invierno



Y así, como por lo atractivo del canto de una sirena, se levantó de su silla y se dirigió a la ventana. Sabía que hacía frío y que ya no había luz: pero no le importaba.
Necesitaba respirar el último aliento del último capítulo de la Historia Interminable; necesitaba que el aire se llevara sus palabras, sus miedos.
Entró al salón y dio portazo con la puerta del balcón; su cara era de enfado, pero su corazón no podía sentir rabia.


Con las mismas ganas de dar un abrazo y la inconformidad de las cosas que no salen bien, volvió a sentarse en su silla.

4 comentarios:

  1. Me encanta tu texto. Todos nos hemos sentido así en algún momento. Todos tomamos aire y respiramos ese último aliento de la historia sin fin.
    Un saludo

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  2. Ya te expresé mi agrado hacía ese libro, tan diferente y superior a la película :)
    (Y puse esa canción en mi tablón, aunque ahora mismo no recuerdo mi estado de animo cuando lo hice)
    Un abrazo gatita =P

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  3. Es fantástico el reflejo que se ve que das de ti misma. No dejes que se apaguen las luces

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