jueves, 25 de abril de 2013

Conversaciones de balcón.

Esta noche me veo a mi misma unos cuantos meses atrás, por no especificar mucho, sentada en una piedra fría, apoyando el brazo en una barandilla negra, estudiándome las fachadas, mirando la calle extenderse. Esa situación me gustaba porque creaba diálogos en mi cabeza en los que te tenía al otro lado, escuchándome con los ojos brillantes, con la media sonrisa de ganador. En esas conversaciones te decía cosas que quizá por temor, no te había dicho cuando de verdad te había tenido delante. Dejaría que me diera el aire de las alturas en la cara, aprovechándome de la buena temperatura que hay a veces en las noches de primavera.

Hoy te diría muchas cosas porque últimamente poco me callo, por esas cosas que pasan al que intenta pasar por la vida sin hacer ruido. Hoy, como otras veces, te hablaría de cómo me siento, de esa capacidad tan tuya y solamente tuya de medirme, de entenderme, de hacerme ver las cosas. Creo que incluso no me importaría que me dieras una buena dosis de aquello que no quiero escuchar, pues lo que más deseaba al final de aquellos intercambios y lo que más me apetece esta noche es lo mismo: que me abraces.

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