A la chica que se dormía pensando en ti:
desde aquí me siento orgullosa de tu emancipación. Sabíamos que habríamos de separarnos llegado el momento de la nueva inyección, de una ola de calor abanicada por una sonrisa que, a pesar de su condición de fenómeno que igual que viene se va, arrastra consigo lo que queremos borrar de la arena.
Te diría que no dejaras de soñar aun así, pues era condición humana y bonita la tuya de imaginar lo que anhelabas como forma de conciliar el sueño; la vigilia de los deseos llena de una paz que hay que saber controlar para separar posibles de imposibles. No, no dejes de soñar a pesar de todo porque hay sueños que se hacen realidad, pues pronto llegará el día en que quizás, cuando abras los ojos, tu sueño dormirá a tu lado.
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