jueves, 19 de septiembre de 2013

Caminos de ida.

Anduve despistada. La claridad del día se me antojaba cegadora tras los despistados pasos en la penumbra de un túnel del que nunca creí salir. Tenía los bolsillos tan vacíos como el corazón, y caminé, con el brío certero del que ya no esperan en ningún sitio, con la prisa de quien no sabe a dónde va.

Anduve mucho. La soledad me daba una flexibilidad que me permitía hacer y deshacer rutas, sentarme en el suelo y contemplar el paisaje.

Anduve, anduve y me confié. Hice del mundo algo mío y creyéndolo en mi bolsillo fui capaz de vendarme los ojos y andar descalza por las vías del tren. Me enamoré, me enamoré de la vida, del instante, del riesgo.


Te quise olvidándome de la inanición.
Me llené los bolsillos...de caminos.








Era tan pobre, que no tenía más que dinero.
Joaquín Sabina

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