miércoles, 3 de noviembre de 2010

Esta noche está en nuestras manos decir alguna verdad, que ya... que ya mentimos a diario ...

Quizás este comentario no sea muy apropiado. Quizás hasta no lleve razón; pero cuando toca admitir las cosas, toca. Creo que una de las características de las mujeres es eso que en tono de broma se denomina como “decir lo contrario de lo que se piensa en realidad”. Puede que esto se plasme más en las relaciones de pareja, pero en cierto modo llega a los aspectos más cotidianos: hay innumerables momentos en los que, por desgracia, de forma natural, hacemos de una mentira una verdad que hasta llegamos a aceptar como tal.
Esta reflexión tonta me sirve para llegar al punto de interés: Hasta qué punto se cree la otra persona lo que estás diciendo; y, en este caso, más que creer, hasta qué punto tomamos las cosas que nos dicen (mentiras en su mayoría) al pie de la letra.
Y no, no quiero hablar de la gran mentira que me está costando la vida en estos últimos días. No hablaré de lo que está ahí y ya se sabe. Sólo quería decir, que a veces, un “déjame en paz” quiere decir “búscame”.
Sólo espero que poco a poco, dejemos las mentiras en el bolsillo y, lo que es más importante, se jueguen bien las últimas cartas, ya que hemos sido tan tontos de jugar al DOBLE o NADA.

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