viernes, 14 de junio de 2013

Balance (II)

Fin del sueño Erasmus.


Acaba esta gran etapa de mi vida; una etapa que no me ha dejado indiferente en ningún aspecto. Mi corazón se divide hoy entre la ciudad y las personas. Cuando el verano pasado escuchaba decir de Praga que era una ciudad de cuento de hadas no sabía hasta qué punto era verdad. Estoy hasta orgullosa de mi pésima orientación, que tantas veces me ha llevado a perderme entre esas calles de infinitos adoquines con edificios que parecen querer contar una historia. Hoy he subido por última vez al castillo, para desde allí contemplar la ciudad en lo que espero, es un hasta pronto. Praga tomó en septiembre mi corazón, y aunque hoy se ha quedado buena parte de él, me lo ha devuelto rejuvenecido, curado y lleno de luz. Estoy en deuda con ella, por recordarme quién soy, devolverme a los orígenes sin perderme en el camino y ser, en todo su esplendor, la mejor compañía que he tenido.

El firme propósito de hablar inglés se cumplió con éxito al encontrar a la mejor y más variada familia internacional. No hace falta entrar en detalles: los quiero a todos por igual, con sus dispares formas de ser. Hemos compartido risas y lágrimas y nunca imaginamos que el tiempo asaría tan rápido. Llegar sola a una nueva ciudad y una nueva vida y volver con un puñado de amigos en el bolsillo ya dice mucho como balance a este curso.

Fin de curso y fin de carrera. La etapa que se va distará mucho de la que venga, pero ya no estoy preocupada. En cierto modo, estos últimos días he vuelto a primero de carrera; quizá el "Gran Gatsby" lleva razón y sí que podemos recuperar el pasado, o al menos traernos parte de él al presente. He encontrado el equilibrio en una balanza que se mide entre la tristeza de lo que queda atrás y la alegría de saberme página en blanco. Por primera vez en mucho tiempo mi mundo ha dejado de tambalearse y sólo conoce el suave movimiento de unas sensaciones que se disponen a crecer.

A mi fuente de inspiración: gracias por los consejos, las riñas y las infinitas risas en la no-distancia. Gracias porque has hecho que no me dé miedo volver. Ahora no puedo parar de escribir una historia, movida por la curiosidad de saber cuál es el final.

No he echado de menos mucho, porque he sentido a todos muy cerca. Y aunque muchos pensarán lo contrario, no he cambiado, sólo me he reencontrado. Hacía demasiado tiempo que no era yo. Lo verdaderamente importante no cambia, ni con nueve meses, ni con dos mil kilómetros. Ahora que me conozco tanto y me he reconciliado con mis fantasmas ya sé quién soy. Esto ha sido una etapa, sí, pero de clasificación: la verdadera carrera da comienzo ahora.


Estas son mis conclusiones objetivas. Creo que entrar en lo que se desea o espera ahora es pedir demasiado. Prudencia, paciencia, calma y muchas ganas de escribir. Con eso podemos tirar otro poco tiempo.

Si sentirse bien con uno mismo es positivo, así de positivo es mi balance final.










María. Erasmus 2012-2013

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