Danos hoy, Señor, nuestro milagro diario.
Incluso si somos incapaces de percibirlo porque nuestra mente está centrada en grandes hechos y conquistas. Incluso si estamos demasiados preocupados con nuestra vida diaria para saber que nuestro camino fue cambiado por él.
Y cuando estemos tristes, ayúdanos a mantener los ojos abiertos a la vida que nos rodea: una flor abriéndose, las estrellas en el cielo, el canto distante de un pájaro o la voz de un niño cerca.
Ayúdanos a entender que hay ciertas cosas tan importantes que las tenemos que descubrir sin ayuda de nadie. Y que no debemos sentirnos solos o desamparados, porque Tú estás ahí con nosotros, dispuesto a intervenir si nuestros pies se acercan peligrosamente al abismo.
Ayúdanos a seguir hacia delante a pesar del miedo, y a aceptar lo inexplicable a pesar de nuestra necesidad de explicar y saberlo todo.
Ayúdanos a entender que la fuerza del Amor recae en sus contradicciones y que el Amor dura porque cambia y no porque se queda igual sin asumir ningún reto.
Y a entender, también, que cada vez que vemos al humilde elevado y al arrogante modesto, somos testigos de un milagro.
Ayúdanos a saber que cuando nuestras piernas están cansadas, podemos seguir caminando gracias a la fuerza en nuestros corazones, y que cuando nuestros corazones están cansados, aún podemos continuar gracias a la fuerza de nuestra Fe.
MANUSCRITO ENCONTRADO EN ACCRA,
Paulo Coehlo (y mi traducción)
Paulo Coehlo (y mi traducción)
Todo final de camino es el comienzo de otro.
Gracias.
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