Virginia Woolf desafió al
modernismo británico del siglo XX jugando con el subjetivismo y el monólogo
interior. Las experiencias cotidianas y reales de nuestra vida quedaban
filtradas por la percepción de sus personajes. Ella definía como “Momentos de vida” aquellas situaciones
en las que somos conscientes de nuestra propia existencia, nuestra presencia en
el mundo, la maravilla de lo que nos rodea y la suerte de podernos apoyar en el
pasado para seguir caminando, sintiéndonos afortunados. Estos momentos lúcidos
quedan ambiguos si los consideramos desde la óptica de una grandiosa mujer que
decidió acabar con su vida arrojándose desde un puente. De haberse dado la
oportunidad de envejecer, seguramente Virginia Stephen, como era su nombre de
soltera, nos habría dejado muchas más enseñanzas valiosas e inmortales.
Yo me alegro de haber
tenido la oportunidad de conocerla a través de sus escritos, primero en el
ámbito más personal, en su carácter arraigado en su creencia del derecho de la
mujer; después en lo profesional con todas sus obras.
Ahora recuerdo que en el cambio de mes de abril a mayo le pedí a este que se portara bien conmigo y lo cierto es que creo que ha hecho todo lo que estaba en sus manos. Mayo me ha traído emociones del pasado, muchos sentimientos arraigados de momentos que ya se han ido y una parte de mí quiere recuperar. Mayo me trajo una preocupación fuera del alcance de mi mano que ha resultado resolverse: hoy, sabiendo que ya estás curado y que todo está en orden, respiro mucho más tranquila que semanas atrás. En mayo me has apartado de tu vida radicalmente y a pesar del pánico que siento al pararme a pensar en las consecuencias, que supongo, serán palpables desde el momento que pise Barajas, puede que esté hasta un poco agradecida. Es ambiguo, lo sé, pero no he tenido más remedio que aferrarme a lo único que tenía aquí: yo. Y cuando eso fallaba estaba él, que tiene el don de llegar en el momento justo con la palabra apropiada; la prueba más clara de que no hay distancias.
Me he recuperado, he trabajado cuando tenía fuerzas y cuando no, soy yo misma, no me he perdido; me he lanzado al ruedo y he salido por la puerta grande.
Por eso hoy, califico estos últimos días de mayo como "Momento de vida" o, en lengua nativa de la escritora, "moment of being". Mayo se irá en apenas unos minutos y me atrevería a decir que es el cambio de mes que más acusamos. Primero porque como dice mi abuela "ya hemos mediao el año" y segundo porque sentimos el verano más cerca y las cosas parecen tener una óptica distinta cuando se miran desde el sol y la buena temperatura (cuando llegue).
Pero ya no te temo, junio. Esperándote estoy, con los brazos abiertos.
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