domingo, 12 de mayo de 2013

He doesn't let you go.

Después de estar con ella siempre me apetece escribir. Quizás por aquello de que nunca me había sentado delante de alguien que viniera a contarme mi vida. Qué gran espejo...

Me siento a esperarla y me adelanto con el café porque sé que va a llegar tarde. El camarero es el más claro ejemplo de por qué algunos checos necesitan unos años más para salir de esa mentalidad que los deja aún hoy en el pasado. Reconozco que aunque no sea muy correcto, me siento a esperarla como más me gusta, con la espalda apoyada en la pared y mirando por la ventana. 

Entonces llega, y desde el momento que se sienta ya no puedo mirar otra cosa que no sean sus ojos verdes. Me cuenta lo que le ha pasado, lo feliz que la hace sentir, esa forma tan suya de medirla, de persuadirla. Cómo se le caen las ideas al suelo cuando él entra por la puerta. Sabe que cuando se vaya lo echará de menos, pero también sabe del buen recuerdo que le dejará. Sabe que hay que tener cuidado cuando se trata de pisar la línea del enamoramiento, pero no por eso le da miedo dejarse llevar. No puedo evitar sonreír cuando me dice que está bien ser un poco reservado y tener tus propios secretos y fantasías. Kasia dice que lleva mucho tiempo haciéndose preguntas pero que no hay vida si pudiéramos tener todas las respuestas. Que sus pasos la llevan al mismo lugar aunque intente dejar la mente en blanco, porque los sentimientos no se pueden apagar. 

"...and what about you?" me dice,

y cuando termino de hablar... bueno, me dice cosas que ya sabía, solo que a veces agradecemos que nos digan desde fuera. Para saber que no estamos locos.

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